Nota de Opinión
RSE: Basta de fantasías, por favor…
Por Fernando Esteban Passarelli
La primer responsabilidad social
de las empresas es ganar dinero. Ganar dinero no es sólo un derecho de las
empresas, también es un deber. Sin rentabilidad, todo el andamiaje de la Responsabilidad
Social Empresaria se cae a pedazos, porque ganar dinero es la primer condición
hacia la sustentabilidad empresarial. Luego, necesitamos discutir cómo ganan
dinero las empresas y es allí donde la RSE toma un papel protagónico, aportando
enfoques de pensamiento y gestión integrada en la toma de decisiones de las
empresas, entre las dimensiones económicas, social y ambiental.
Reconozco que esta introducción
obedece a cierto cansancio de escuchar y leer posturas de teóricos que parecen
reclamarles a la RSE todo lo que los sistemas democráticos no le están dando a
la gente, y pretenden hacer cargo a la empresa aquello que los Estados no
logran resolver.
Es absolutamente cierto que, bajo
el concepto “a mayor poder, mayor responsabilidad”, las empresas tienen un rol
esencial en las sociedades modernas, pero esto no debe confundirnos. En las
Democracias modernas, el único actor que tiene la responsabilidad de velar por
el interés general, el bien común y que posee la suma de poderes para hacer
cumplir la Ley hasta en forma coercitiva es el Estado. Los demás actores,
responden en forma natural (y está bien que así sea), a un interés particular.
La idealización de la RSE es uno
de sus peores enemigos, y alimenta la incredulidad de los agnósticos.
La RSE es un enfoque de negocios,
una forma de conducir a la empresa en base al pensamiento y la gestión
integrada en la toma de decisiones de las empresas, entre las dimensiones
económicas, social y ambiental y tomando en cuenta las expectativas de los
públicos que se relacionan con ella.
Ahora bien, definamos “tomando en
cuenta las expectativas”. Esto no quiere decir en ningún caso que los líderes
empresariales deben dejar de conducir conforme a las estrategias empresariales
para satisfacer las aspiraciones de dichos públicos. La empresa no es un ente
de beneficencia.
En tal sentido, aparecen en el
horizonte nuevas propuestas estatutarias para empresas con el objetivo que dese
su conformación sus líderes deban integrar lo económico, social y ambiental y
reinvertir en forma obligatoria buena parte de sus utilidades.
La gran pregunta que se hacen los
críticos de estas modalidades innovadoras es si el sector financiero,
cortoplacista y utilitario por definición apoyará esta forma de conducir. Y si
no lo hace, ¿podrán estas nuevas empresas lograr sustentabilidad sin la palanca
del capital?
La necesidad de las sociedades en que vivimos por ejemplos éticos es tan desesperante que corremos el riesgo de inventar soluciones artificiales que no solucionen el fondo de la cuestión. En otras palabras, el verdadero problema parece estar más en el sistema que en sus partes y por consiguiente, buscar soluciones en las partes nos puede llevar a soluciones muy atractivas desde el punto de vista de la forma, pero muy poco efectivas en cuanto a sus impactos reales.
No hay comentarios:
Publicar un comentario