domingo, 31 de mayo de 2015


Contribuciones Técnicas para la Gestión


¿Cómo identificar el nivel de madurez de la RSE en una empresa?

10 criterios para considerar

Por Fernando Passarelli

Nivel de madurez empresaria en el enfoque de Gestión  

Bajo el modelo de Simon Zadek de la RSE como un proceso de 5 etapas de aprendizaje, podemos afirmar que en la Argentina, si bien existen numerosas empresas que cuentan con algún tipo de estructura e iniciativas de RSE, se percibe aún una marcada tendencia que va desde la etapa Defensiva, pasando por la de Cumplimiento y aún pocos casos en la etapa de Gestión. Una prueba de esto es que si bien hay alrededor de 120 empresas que elaborando Reportes de Sustentabilidad con alguna regularidad (resultando un número muy bajo comparado con la cantidad de empresas que operan), sólo 80 de ellas, lo hacen bajo el marco del Global Reporting Iniciative (GRI), y casi la totalidad de ellas adoptan esta práctica con un enfoque eminentemente comunicacional y casi ninguna bajo un proceso de gestión.

Prueba de esto, son los agotadores esfuerzos que deben generarse en cada cierre de Reporte por recabar la información de contenido, proveniente de cada área de la compañía. Si el Reporte fuera la herramienta de gestión de la empresa, y por consiguiente dicha gestión estuviera sistematizada, sólo bastaría “pedirle al sistema las conclusiones de lo actuado”.

Buscando entonces establecer algunos criterios que nos permitan evaluar el estado de madurez de la RSE en una empresa, ofrecemos los siguientes criterios a considerar:    
  •     Nivel de integración (no de combinación), registrada en la estrategia ejecutada por los líderes empresariales de las dimensiones económica, ambiental y social en la toma de decisiones de corto, mediano y largo plazo,
  • .       Procesos de identificación de asuntos materiales y del contexto de sustentabilidad de la industria, por parte de la conducción de la empresa,
  •      Alineamiento de las acciones con la cultura de la empresa y sus actividades en el corazón de su negocio, evitando iniciativas compensatorias, 
  •    Madurez en los vínculos que la empresa desarrolla con distintas partes interesadas clave para el negocio,
  • .       Lugar y jerarquía en la que se encuentra alojada la gestión de RSE dentro de los organigramas de  las empresas,
  •       Presupuesto asignado a la gestión de RSE, (en contraste con presupuestos de otras áreas clave de la compañía),
  •    Balance entre iniciativas internas y externas de la empresa, con una adecuada resolución de las tensiones desmotivantes,  
  • .       Estado de la articulación de iniciativas público – privada y privada – privada de las empresas,
  • .       Madurez de su cadena de valor. Grado de alineamiento de Proveedores y Consumidores valoran los productos y servicios con atributos sustentables,
  •    Grado de incidencia sobre la política pública y los procesos legislativos de la temática.


¿Adoptarán las empresas a la RSE como el único modelo de gestión empresarial integrado para sus negocios? El tiempo será quien lo diga más fuerte y claro que cualquier especialista en la materia.

Nota de Opinión

RSE: Basta de fantasías, por favor…
 

Por Fernando Esteban Passarelli

La primer responsabilidad social de las empresas es ganar dinero. Ganar dinero no es sólo un derecho de las empresas, también es un deber. Sin rentabilidad, todo el andamiaje de la Responsabilidad Social Empresaria se cae a pedazos, porque ganar dinero es la primer condición hacia la sustentabilidad empresarial. Luego, necesitamos discutir cómo ganan dinero las empresas y es allí donde la RSE toma un papel protagónico, aportando enfoques de pensamiento y gestión integrada en la toma de decisiones de las empresas, entre las dimensiones económicas, social y ambiental.

Reconozco que esta introducción obedece a cierto cansancio de escuchar y leer posturas de teóricos que parecen reclamarles a la RSE todo lo que los sistemas democráticos no le están dando a la gente, y pretenden hacer cargo a la empresa aquello que los Estados no logran resolver.

Es absolutamente cierto que, bajo el concepto “a mayor poder, mayor responsabilidad”, las empresas tienen un rol esencial en las sociedades modernas, pero esto no debe confundirnos. En las Democracias modernas, el único actor que tiene la responsabilidad de velar por el interés general, el bien común y que posee la suma de poderes para hacer cumplir la Ley hasta en forma coercitiva es el Estado. Los demás actores, responden en forma natural (y está bien que así sea), a un interés particular.

La idealización de la RSE es uno de sus peores enemigos, y alimenta la incredulidad de los agnósticos.

La RSE es un enfoque de negocios, una forma de conducir a la empresa en base al pensamiento y la gestión integrada en la toma de decisiones de las empresas, entre las dimensiones económicas, social y ambiental y tomando en cuenta las expectativas de los públicos que se relacionan con ella.

Ahora bien, definamos “tomando en cuenta las expectativas”. Esto no quiere decir en ningún caso que los líderes empresariales deben dejar de conducir conforme a las estrategias empresariales para satisfacer las aspiraciones de dichos públicos. La empresa no es un ente de beneficencia.

En tal sentido, aparecen en el horizonte nuevas propuestas estatutarias para empresas con el objetivo que dese su conformación sus líderes deban integrar lo económico, social y ambiental y reinvertir en forma obligatoria buena parte de sus utilidades.

La gran pregunta que se hacen los críticos de estas modalidades innovadoras es si el sector financiero, cortoplacista y utilitario por definición apoyará esta forma de conducir. Y si no lo hace, ¿podrán estas nuevas empresas lograr sustentabilidad sin la palanca del capital?

La necesidad de las sociedades en que vivimos por ejemplos éticos es tan desesperante que corremos el riesgo de inventar soluciones artificiales que no solucionen el fondo de la cuestión. En otras palabras, el verdadero problema parece estar más en el sistema que en sus partes y por consiguiente, buscar soluciones en las partes nos puede llevar a soluciones muy atractivas desde el punto de vista de la forma, pero muy poco efectivas en cuanto a sus impactos reales.